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Leo
Muli ó
“Siempre llevé el pelo corto y vestí como un chico. En ese sentido expresaba mi género de manera muy natural, pero jamás me atreví a expresarlo con palabras”
Internet y las redes sociales suponen una gran puerta abierta para compartir miedos y dudas entre estos colectivos. Youtube es una de las fuentes que, en los últimos años, ha aunado a jóvenes y adolescentes de todo el planeta con una única necesidad: sentirse comprendidos por personas semejantes. Una necesidad básica para todo ser humano.
Así comienza el camino de Leo Mulió (Altea, 22 años). Hablar con él hace que la realidad a la que se enfrenta desde hace años pierda hierro y gane un matiz de naturalidad y sencillez al que muchos no estamos acostumbrados. Se le ve tranquilo contando su experiencia, acostumbrado a las entrevistas y a las cámaras. Y es normal, ya que Leo decidió en junio de 2012 grabar pequeños vídeos de sí mismo explicando sus sensaciones y sentimientos sobre su transexualidad y subirlos a youtube de una manera periódica.
Una veintena de vídeos desde 2012 hasta la actualidad, en los que se ve, se oye y se siente la evolución física y psicológica de Leo. En su primer vídeo, con apenas 19 años, cuenta que, desde hace muy poco, ha planteado su situación a su pareja, su madre y su hermana, y que poco a poco ellas intentan asumir el cambio mediante pequeños pasos, como el uso de pronombres masculinos a la hora de referirse a él. Plantea sus miedos, sus dudas respecto al uso de testosterona y al mismo tiempo sus ganas infinitas de ver que los cambios que la hormona genera en sus compañeros de Youtube, suceden también en su cuerpo.
“Cuando comencé a plantearme que podría ser transexual, los vídeos en youtube, sobre todo de chicos trans americanos, fueron un gran apoyo para mí. Me di cuenta de que lo que yo sentía existía, me identificaba y era lo que a mí me pasaba. Por eso decidí hacer lo mismo, no había ningún vídeo en español, así que me dije: ¿por qué no?”.
Para Leo, la simple explicación de que tal vez era lesbiana no era suficiente. “Era algo que tenía bastante reprimido, algo que estaba siempre ahí y aunque había cosas que me lo recordaban yo lo apartaba y no miraba”, dice Leo. “Siempre llevé el pelo corto y vestí como un chico, en ese sentido expresaba mi género de manera muy natural pero jamás me atreví a expresarlo con palabras”
Ya en ese primer video, Leo tenía un plan: se iría un año de Erasmus a Holanda y allí se presentaría como un hombre para ver cómo se sentía al respecto. “Quería comprobar si consiguiendo que la gente me viera y me tratara como un hombre, sería suficiente para mí, y aunque fue una buena experiencia, a la vuelta de mi Erasmus, sabía que quería hormonarme”.
Así lo hizo y así quedaba registrado todo el proceso en cada uno de los vídeos que, un Leo cada vez más emocionado y pleno, subía a su canal de Youtube. “Un mes con testosterona” y su voz ya era diferente, “Dos meses con testosterona”, tres, cinco, ocho meses con testosterona y los cambios eran ya más que evidentes: ya no solo su voz, sino su piel, su pelo y sus rasgos faciales eran ya de hombre.
Ocho meses después de comenzar el tratamiento con testosterona, Leo dio un paso más en su proceso y decidió llevar a cabo la operación de masculinización de tórax o mastectomía. Esta operación la cubre la Seguridad Social, pero muchas de las personas que pueden permitírselo prefieren hacerlo por medios privados. Leo llevaba años oyendo hablar del Doctor Charles Garramone (Florida) que conseguía unos resultados impresionantes. Muchos de los chicos que conocía a través de YouTube habían pasado por sus manos, y comparando sus resultados con los de otros profesionales, Leo no tuvo dudas.
En marzo de 2014 hizo las maletas y acompañado por su madre voló a Florida. Cargado de dudas, miedos pero sobre todo muchas ganas de dar el paso. “Mi madre siempre lo llevó bien, aunque al principio, claro, fue chocante. A ella le asustaba mi operación, no podía dejar de pensarlo de forma abstracta: una mujer a la que le amputaban los pechos. Lo asociaba a algo traumático, a enfermedades como el cáncer. La palabra amputación no salía de su cabeza”. Pero para Leo, la operación era solo sinónimo de felicidad.
Los cambios se sucedieron muy rápido, en menos de un año su fisionomía había cambiado por completo. “Es increíble, parece magia”, dice Leo entre risas. Hasta él mismo se sorprende de algunos de los cambios, sobre todo a nivel facial. “Mi cara ha cambiado mucho, ahora es más cuadrada, más masculina. No sé bien a qué se debe, ¡porque realmente los huesos no crecen!”. Y es que son muchos los cambios que la testosterona genera más allá de los aparentes: cambios en la densidad ósea, redistribución de la grasa a un modelo anatómico más masculino, durante los primeros meses un aumento pronunciado de la líbido… “Muchos chicos trans aseguran tener picos de energía y apetito que coinciden con la inyección de testo, yo en concreto no noté nada de esto, salvo el aumento de la líbido”, dice riendo entre dientes.